viernes, 8 de mayo de 2015

Bogotá 2015 / Alberto Salcedo Ramos en su estudio






Alberto Salcedo Ramos en su estudio
Bogotá, 2015




Serie: Bogotá 2015
Título: Alberto Salcedo Ramos en su estudio
Lugar: Bogotá, Colombia
Fecha: 6 de mayo de 2015
Foto de Triunfo Arciniegas



Alberto Salcedo Ramos

1

“Flaubert decía que la verdad está en los pequeños detalles. Hice un libro sobre Kid Pambelé, el boxeador que enseñó a ganar a Colombia, campeón del mundo. Creí la leyenda que había visto, hasta que, pasado el tiempo, y siendo ya Pambelé un desastre derrumbado por las drogas, lo conocí de cerca; era un hombre bipolar, tenía perdidos los límites entre el presente y el pasado. Todavía se cree campeón mundial. Si hubiera contado lo que sabía de él hubiera escrito línea y media, pero lo seguí durante ocho meses. Un día, después de todo ese tiempo, iba con él en taxi, por Bogotá. A él lo hartó un atasco de tráfico, se enrabietó, dejó el coche y se puso a andar, solo. Cuando lo alcancé ya no tenía la cara de furia; había sido reconocido, todos los aclamaban, le gritaban champion, le hacían la uve de la victoria… Caminaba como si estuviera en una pasarela. Un vendedor callejero le regaló un sombrero mexicano de charro. Pero no se lo puso. ‘¡Es que si me lo pongo no me van a conocer!”.

2

“Mira, yo escribo desde los nueve años, y pasó algo que nunca he contado. Veía muchas telenovelas. En la casa de mis abuelos vivía una mujer de más de 30 años, madre de cinco hijos, soltera y abandonada. Y todos los días llegaba a esa casa rural un ordeñador que traía quesos y se devolvía para la finca. Era el hombre más feo que he visto en mi vida. Le faltaban los dientes, tenía los cabellos rústicos, no hablaba. Le decían El Caracol. Pensé que aquella mujer y este hombre deberían ser novios. Y todos los días yo escribía una carta que pareciera de él y la ponía en algún rincón de la cocina para que ella la encontrara. Todavía viven juntos. Cuando uno hace un truco como ese a los nueve años y le funciona ya queda encadenado de por vida a la escritura”.

3

"Yo soy menos maldadoso que Capote, más considerado. Más sudamericano, más romántico. Más cursi también…"

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